Cepa Sacccharomyces cerevisiae.
Se recomienda para Chardonnay, Riesling, aguamiel y sidra, así como vinos de frutas, sobre todo de manzana. Imparte un aroma afrutado en los vinos tintos y blancos. Esta cepa no fermentará a una sequedad en el extremo inferior de la gama, dejando el azúcar residual que resulta en un vino más dulce.
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